Devenir en estado incrédulo

viernes, 21 de mayo de 2010
Otra vez me encuentro donde siempre. Aquí sentada, parece que el timepo no pasa. Para mí. O, lo que es peor, que no lo hace para los demás. O que se me escurre del regazo por y para siempre. O todo a la vez. O nada.

El sol me deslumbra y, como siempre, no me deja ver el tren. Ni siquiera sé si ésta era mi parada. Quizá estar aquí sentada sea mi sitio en el mundo. O quizá, sin enterarme siquiera, se lo haya robado a alguien. O puede que sí lo supiera y no quiera recordarlo ahora.

Pocas cosas odio más que la autocompasión.


Pero matar el tiempo es difícil en una estación,
si no sabes
qué tren esperas,
ni si debes tomar alguno
o esperar al siguiente.
Me miro las zapatillas, rotas de aguantar en pie.
Estar sentada nunca fue lo mío,
igual que tomar decisiones, o que aguantar el tipo
siempre en el mismo tren.
Quizá no tenga destino.
Quizá tenga muchos,
pero sólo consistan
en conocer todas las paradas
que visito.
O quizá
es lo que escribo
cuando elijo
cambiar de vías.


2 hojas secas:

khaly dijo...

Los trenes son sólo herramientas que el ser humano utilizamos para que algo cargue con la responsabilidad de elegir una parada que una en persona o no se atreve o no la apetece elegir, así pues, yo prefiero caminar, aunque a veces se haga difícil.

Rak and roll dijo...

Mira, es otra opción... hay tantas que el texto podría ser interminable.

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