Otra vez me encuentro donde siempre. Aquí sentada, parece que el timepo no pasa. Para mí. O, lo que es peor, que no lo hace para los demás. O que se me escurre del regazo por y para siempre. O todo a la vez. O nada.
El sol me deslumbra y, como siempre, no me deja ver el tren. Ni siquiera sé si ésta era mi parada. Quizá estar aquí sentada sea mi sitio en el mundo. O quizá, sin enterarme siquiera, se lo haya robado a alguien. O puede que sí lo supiera y no quiera recordarlo ahora.
Pocas cosas odio más que la autocompasión.
Pero matar el tiempo es difícil en una estación,
si no sabes
qué tren esperas,
ni si debes tomar alguno
o esperar al siguiente.
Me miro las zapatillas, rotas de aguantar en pie.
Estar sentada nunca fue lo mío,
igual que tomar decisiones, o que aguantar el tipo
siempre en el mismo tren.
Quizá no tenga destino.
Quizá tenga muchos,
pero sólo consistan
en conocer todas las paradas
que visito.
O quizá
es lo que escribo
cuando elijo
cambiar de vías.
Pero matar el tiempo es difícil en una estación,
si no sabes
qué tren esperas,
ni si debes tomar alguno
o esperar al siguiente.
Me miro las zapatillas, rotas de aguantar en pie.
Estar sentada nunca fue lo mío,
igual que tomar decisiones, o que aguantar el tipo
siempre en el mismo tren.
Quizá no tenga destino.
Quizá tenga muchos,
pero sólo consistan
en conocer todas las paradas
que visito.
O quizá
es lo que escribo
cuando elijo
cambiar de vías.
2 hojas secas:
Los trenes son sólo herramientas que el ser humano utilizamos para que algo cargue con la responsabilidad de elegir una parada que una en persona o no se atreve o no la apetece elegir, así pues, yo prefiero caminar, aunque a veces se haga difícil.
Mira, es otra opción... hay tantas que el texto podría ser interminable.
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