A su ausencia

jueves, 4 de noviembre de 2010

Sentir tu aliento
al dar con mis huesos
en el colchón.

En la oscura habitación
salva distancia y tiempo
y llega hasta mí tu voz
para apagar mi sueño.
Vuelven a mí momentos,
me muerde tu recuerdo;
me escuece cada lugar
donde dejaste
sin respirar
tus besos;
hierve la sangre
en mi cuello
si recuerdo tu mirada.

Flotando en gotas de nada
ante mi rostro pálido
se retuerce esa semana,
regalo del verano.
Llena tu ausencia el aire
más que tu propio cuerpo,
quema más tu falta
que las horas de desvelo,
duele más no verte
que no echarte de menos,
se clava más tu recuerdo
que la aguja del reloj.
Que el deseo de hablarte.
De volver a oir tu voz.

¿Y qué si dedico
mi tiempo
a imaginar
que te amo?
No sé quién me dijo
que aquello
sería malo.
Soñarte a mi lado
es la fantasía
más bella:
si no lo hago dormida,
quiero soñarte despierta.